lunes, 15 de noviembre de 2010

Fábula-¡Nunca te quejes!

      Un hombre se encontraba sentado en la última mesa del Burger King del centro comercial de Paracuellos, comiéndose una hamburguesa de un euro ya que el dinero no le daba para más y suspiró al aire diciendo:

-¡Ay Dios! ¿Por qué la vida me ha deparado esto?

Un empleado de este restaurante que pasaba por ahí, le oyó y, afectado por lo que había escuchado, le respondió:

-Querido amigo de la mesa número siete al que acabo de vender una hamburguesa de un euro y unas patatas fritas, no se preocupe tanto y piense que siempre hay alguien pero que está peor que usted y también debe pensar en no decir que las cosas están mal, ya que siempre pueden estar peor.

Al oír esto el hombre respondió:

-Ya pero...

Y antes de que terminara la frase el trabajador le respondió:

-Antes de que digas nada te voy a contar una fábula para poder corroborar mi versión de los hechos. Se sentó en la mesa del hombre y empezó a contar la fábula.

-Esto era un hombreque caminaba por la calle con todas sus pertenencias, que solo eran un libro y un lápiz.Este hombre, trás haber andado media hora decidió sentarse a la sombra de un árbol, y seguir leyendo el libro,que ya se había leído cinco veces,pero que para él cada vez que lo leía le parecia una historia distinta, ya que cada vez que se entaba a sumergirse en las palabras del libro lo hacía con distintos sentimientos.A la vez que se leía el libro se preguntaba lo mismo:

-¿Por qué he tenido una vida tan miserable si yo he sido una persona de buén corazón?

Y cuando se preguntaba esto vió a un mendigo que deambulaba por la calle y que no tenía nada.Este se acercó y le dijo:

-¡Qué suerte la tuya que tienes un libro que leer!Y yo tres años tirado en la calle sin poder hacer nada...
El hombre al escuchar esto, se arrepintió de la pregunta que se había formulado minutos antes y nunca en el resto de su vida se la volvió a plantear.

Al haber terminado de contar esta fábula el trabajadordel Burger King se levantó y dijo:

-Nunca te arrepientas de lo que tienes ya que alguien siempre estará peor.

El hombre siguió esta enseñanza y nunca se quejó.

Y luego Leire Estramiana le gustó tanto esta historia que la añadió en su libro diciendo:

-¡Nunca te quejes,
siempre agradece!