jueves, 2 de junio de 2011

El aprendiz de matemático

  En un lugar de esta inmensa ciudad vivía un joven que rondaba los treinta y pico años. Aburridoen su casa, se dedicaba a leer y releer libros de matemáticas. Tanta dedicación les mostraba que no dormía ni comía ; y cuando se terminaba un libro cogía un borrador y empezaba a sacar fórmulas de donde no las había. Tanto se estudiaba los libros que se volvió loco y cayó rendido ante el mundo de los números y de la lógica.
  Ya no era lo mismo, ya no veía árboles, ahora veía cilindros, ya no veía tejados, veía prismas con base triangular,y lo más preocupante, ya no veía el sol sino que veía una esfera ardiente la cual era el centro de la órbita que formaba la Tierra, tal y como nos explicó Galileo Galilei.
  El pobre Robert no tenía familia, por lo cual nadie se podía preocupar de él.Una mañana de marzo su locura estalló y decidió salir con su libro de matemáticas favorito, el cual trataba de los números irracionales y con una mochila cargada de reglas, compases, calculadoras y lo más importante, un taco de hojas de cálculo para apuntar todo lo que se le ocurriera, ya fueran fórmulas u ecuaciones, daba igual con tal de tener relacción con las matemáticas.
  Se bautizó con el nombre de El aprendiz de las matemáticas y decía que Newton , Galileo Galilei, Einstein, Aristóteles y Pitágoras eran sus maestros.
  Paseando por la bella ciudad de París llegó a parar por la puerta principal de la catedral de Notre Dame, se sentó fuera en el suelo y sacó sus hojas de cálculo. En lo primero que se fijó fue en el gran rosetón, cogió los datos y calculó el área. Una vez hecho esto con todas las ventanas y puertas de esta catedral recogió sus cosas en busca de más aventuras en las que poder buscar algo ya sea el área, en volumen o su ecuación.
  Paseando por el boulevard de Saint- Michele se topócon unos ladrones que le empujaron pidiéndole dinero. El joven Robert les contestó diciendo:
-¡No os pienso dar esas circunferencias metálicas con radio de 1, 14 centímetros y de área...!
  Y antes de que pudiera terminar la frase ya se encontraba tirado en el suelo con una raja en la cara y con los dos ojos morados.
  Se levantó como pudo y recogió todas sus pertenencias que se veían dispersadas por las calles de París y puso rumbo a nuevas aventuras matemáticas, pero eso sí esta vez con la cara magullada.

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